En los últimos días se está hablando mucho de las Cajas de Ahorros. “Fusiones frías”, conversiones bancarias, reorganizaciones, etc.
Es evidente que la realidad de estas entidades está cambiando y que ese cambio afectará seguramente también a sus clientes.
Desde mi experiencia personal, principalmente en el ámbito de las organizaciones sin ánimo de lucro en las que participo desde que tenía dieciséis años, y ya he perdido algunos pelos desde entonces, nuestra Caja de Ahorros, Caja de Ávila ha supuesto un apoyo esencial en el funcionamiento de esas organizaciones culturales y de discapacidad.
La cercanía y sensibilidad que los diferentes responsables han manifestado, insisto, desde mi experiencia personal, con los muchos y variopintos proyectos que se les han presentado, algunos de ellos, he de reconocerlo, bastante peculiares, han permitido desde acercar la cultura a pequeños municipios (teatro, música y otros espectáculos) hasta que personas con grandes niveles de dependencia puedan conocer por primera vez la playa u otros lugares de gran interés hasta entonces vetados para ellos, pasando por comprender que las necesidades económicas de esas organizaciones necesitan del esfuerzo a la hora de negociar, por ejemplo, pólizas de crédito que garanticen, y no es poca cosa, poder hacer frente al pago de las nóminas de los profesionales que en aquellas trabajan.
Y es que, incluso cuando se cumple con las obligaciones encomendadas, es e justicia reconocer el trabajo bien hecho… y de bien nacidos ser agradecidos.
Mucha suerte a Caja de Ávila y a sus empleados en esta nueva andadura, en la que seguro nos seguiremos encontrando.
¡¡Buenos días, Ávila!!
Jaime Rodríguez
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